Sekher Castle of Ludy Mellt Sekher

 

MI SALMO

Salmo en Busca de la Identidad



¿Me conoces, Señor? ¿Sabes quién soy por dentro?
No te fijes en mi rostro, que no tengo rostro.
A lo mejor, Señor, es un rostro desfigurado como el tuyo.
El tuyo en la Cruz. 

El tuyo cuando estabas solo en el madero.

Estoy aturdido, desconcertado y perdido en mí mismo.
Quiero hacer camino hacia mi interioridad
y no sé cómo avanzar paso a paso.
Soy un desconocido para mí. Desconocido para los otros.
¿También para ti, Señor Jesús?
¿Te soy extraño?

Aquí estoy y no sé por qué.  Sencillamente estoy.
Busco un amigo.  Busco la cercanía de alguien
Y hoy, sin quererlo, me he encontrado contigo.
Me siento raro ante ti. 
Porque tú te comunicas desde el silencio.  
Ahora me apetece callar, callarme ante ti.

Me siento bien mirándote como un refugio de paz.
No sé por qué, pero me siento bien contigo.
Señor Jesús, yo busco un camino nuevo.
Estoy cansado de quedarme fuera de las cosas.
Quiero entrar en mí mismo, conocerme por dentro.

Quiero saber quién soy, cuál es mi origen.
Quiero saber por qué estoy en la vida.
Quiero saber los porqués de tantas cosas.
Señor Jesús, quiero saber qué hago en la vida,
saber si vale la pena vivir como yo vivo.
Quiero saber hacia dónde me lleva la vida.
Quiero saber por qué ahora estoy alegre y luego triste.
Quiero saber por qué lucho
entre el pesimismo y la valentía.

Quiero saber por qué me canso en las cosas que hago,
por qué soy inconstante en ellas.  ¡Por qué!
Señor, busco dentro de mí y no me aclaro.
Buceo en mí, Señor, y me ahogo en mis aguas turbias.
Quiero llegar hasta el fondo y apenas piso la superficie.
Señor, ¿dónde encontrar respuestas a mi búsqueda?

Me cuesta decirlo pero parezco diferente a lo que soy.
Muchas veces me pinto la cara como un payaso de circo.
Y mi vida transcurre en una cuerda floja.
Me gusta el aplauso. Ser centro. Importante.

Me gusta que hablen de mí y tener buena imagen.
Me gusta, Señor, mirarme al espejo de los otros
y copiar imágenes, figuras, rostros que no son los míos. 
Me gusta ser protagonista: el ombligo del mundo.

Me gusta llamar la atención, aunque soy tímido.
Me pongo nervioso cuando actúo en público
y a veces no sé dónde meterme al sentirme en ridículo.
Señor Jesús, ¿es todo esto camino para hacerse hombre?

Aquí estoy y tengo ganas de gritar, de gritar fuerte.
Aquí estoy y quisiera romper con todo y tengo miedo.
Aquí estoy y digo a los adultos que no me comprenden,
que yo también tengo razón, que cuenten conmigo.
Aquí estoy agresivo y violento a veces,
defendiendo mi inseguridad. Necesito afirmarme.
Señor, tú comprendes mi cara ceñuda de los días grises.

Señor, tú comprendes el silencio pesado de mis soledades.
Señor, tú comprendes el portazo injusto de una tarde.
Tú comprendes la música a tope para ahogar mis ruidos.
Tú comprendes el refugio de mis sueños maravillosos.
Señor, tú comprendes mi vida cerrada en mí mismo.
Señor, tú comprendes el repliegue
en mí como un abanico cerrado. 
Señor, tú sí que me comprendes. ¿Tú sólo?

Yo quiero ser libre. Y amo la libertad.
Libre, en busca de nuevas ideas para mis sueños.
Libre, en busca de ese camino difícil de hacerse hombre.
Libre, como protagonista de nuevos proyectos.

Como alguien que ya no es niño y quiere ser hombre.
Como alguien que tiene sus razones y quiere decirlas.
Como alguien que no necesita indicadores de camino.
Libre, como alguien que ya se siente responsable.
Libre, como alguien que ha estrenado libertad.
Señor, ¿no es tu Evangelio un canto al corazón libre?

Aquí estoy hablando contigo y lo que quiero es otra cosa.
Señor, yo necesito un amigo. Un amigo fiel a mi lado.
Señor, necesito un amigo a quien comunicar mis secretos.
Señor, necesito un amigo que me escuche, que me anime.
Señor, necesito un amigo en quien pueda confiar.
Señor, necesito un amigo con quien hacer juntos el camino. 
Señor, ¿eres tú ese amigo? ¿Puedo contar contigo?

Ayúdame, Señor, a buscar mi rostro.
Ayúdame a descubrirme por dentro.
Ayúdame a aceptarme como en realidad soy.
Ayúdame a aguantar mis miedos, mis inseguridades.

Ayúdame a superar mis fracasos y salir de mis derrotas.
Ayúdame a seguir adelante y no volver atrás.
Ayúdame a superar mis desánimos y mis desilusiones.
Ayúdame a saber comenzar cada día: ¡siempre!

Tú, Jesús, eres como la roca firme junto al mar.
Tú, Jesús, eres como la raíz fuerte que aguanta el árbol.
Tú, Jesús, eres como el manantial que alimenta el río.
Tú, Jesús, eres como una cantimplora en pleno desierto.
Tú, Jesús, eres la fuerza, el apoyo que necesito.

Señor Jesús, no quiero quedarme encerrado en mí mismo. 
Señor Jesús, rompe mi concha, derriba mi muro
y sé para mí Puente, ese Puente que necesito
para pasar del cerco de mis amarras
a la libertad de un corazón nuevo y lleno de vida.

Ignoramos de quien es este texto
si alguien sabe su autor por favor comunicárnoslo
por email para colocar su nombre en el mismo
Muchas Gracias


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